Papá Iván nos lleva de viaje hacia el pasado. Su narración y su estética están impregnadas de la nostalgia que surge cuando nos desplazamos por los caminos del recuerdo. Una historia de pérdidas, de exilios, de ausencias que aún persisten y que marcan a fuego, de esas que no son para ningún sujeto carentes de significación. No es menor esta cuestión en la historia que se nos narra, en la que aflora imperiosa la necesidad de llenar los huecos de la memoria, de transitar la experiencia paterna, sus vicisitudes existenciales, como quien busca lo propio, su biografía. Pero en la película que estamos analizando - como en los libros, la música, los cuadros -, no hay nada lineal en los caminos a recorrer; por el contrario, como en la dificil y trabajosa tarea de construcción de la memoria, que siempre es plural, lo que se va poniendo en juego no es un conocimiento acabado, objetivo, definido e independiente de quien lo haga. Distintas son las perspectivas que se nos abren, y allí, tal vez, radica la riqueza de esta película. Tomar las huellas de un viaje para emprender el propio, buscar nuevas posibilidades y significaciones sin por eso sentir que hemos llegado a destino, es lo que propone la película.Los testimonios de las víctimas de la dictadura han tenido un lugar central en la construcción de la memoria de la historia reciente, en gran parte, porque encarnan informaciones no registradas en otras fuentes. En el contexto de una política autoritaria, pocas experiencias de militancia han podido guardarse; en la mayoría de los casos, las fuentes han sido destruidas o perdidas. Lo mismo sobre la represión ilegal, que fue coincidente con la imposibilidad de acceso a la documentación sobre este punto. Por lo demás, los testimonios nos permiten adentrarnos en la dimensión subjetiva de estas experiencias: en la forma que cada persona vivió estos acontecimientos. Como toda fuente, el testimonio encierra sus límites y su entrecruzamiento con otras fuentes, con otros relatos resulta fundamental.Esta primacía testimonial en la cultura de la memoria es señalada críticamente en un trabajo reciente por la ensayista B. Sarlo . La autora discute el lugar del testimonio, de la primera persona, en los relatos que se han estructurado; considera que esa primacía no permite discutir y poner en contexto opciones políticas, estrategias de acción, incluso decisiones éticas que se tomaron respecto a la vida propia y la ajena. En un artículo a referencia de los 30 años del golpe militar en Argentina, tomando entre sus argumentaciones los aportes citados de Sarlo, Inés Dussel considera que“un elemento no menor es que esa primacía del testimonio de la que habla Sarlo viene a jugarse en un ‘teatro posmoderno de los afectos’, que conecta de maneras insospechadas a los testimonios de las víctimas de la dictadura con los relatos de los talk shows, los noticieros sensacionalistas y los géneros autobiográficos más espurios. El reinado del ‘yo’ (‘yo siento, yo opino, yo creo’) parece no dejar lugar a una discusión pública más general, más democrática, que instale otras premisas y formas de resolver los conflictos. No ayuda a ‘entender’, no ayuda a promover operaciones críticas que promuevan políticas más democráticas, y, lo que es más grave, nos deja sólo padeciendo la experiencia, y no pudiendo construir otros sentidos sobre ella .” ( Dussel, 2006)En esa dirección creemos que el filme Papá Iván realiza un aporte interesante en la forma particular que asume la indagación sobre los testimonios en el relato. En este caso el género documental, lejos de cristalizar una narración, una perspectiva, un modo de ver el pasado, una experiencia subjetiva, pone en relación distintas memorias, distintos recuerdos, distintas miradas, distintas imágenes, distintas voces, distintos textos.Para Ana Amado , cada secuencia del filme es una estación del viaje que en sentido literal y figurado María Inés Roqué emprende hacia el pasado. Los sitios revisitados se sitúan como lugares de encuentro y como puntos precisos de acceso al pasado. Bajo este patrón, Roqué organiza un film itinerante, una suerte de road movie por la ciudad de Buenos Aires o el interior del país: calles, casas, rutas, paisajes, distintos modos de transporte configuran una escena móvil conformada por diferentes espacios donde sucedió el pasado.El ejercicio de construcción de la memoria toma la forma de un viaje, un itinerario hacia el pasado. En este recorrido, distintos fragmentos serán parte de una trama no exenta de contradicciones.Dice la directora:“La película me permitió acomodar las fichas. La memoria es una serie de fragmentos que tiene como reflejos en la realidad. Son imágenes personales contadas por otros, y organizarlas ayuda mucho a establecer la propia identidad. La película no cambia mi perspectiva en términos de la relación con mi padre o con los hechos y la historia. Entiendo las cosas como las entendía antes, pero me siento mejor de haber podido ordenar esas imágenes y plantear mi visión, lo que viene de afuera y lo que viene de mí, en una sola cosa”.Las palabras de María Inés son un buen ejemplo de lo que J. Hassoun denomina una transmisión lograda. Dice así:“una transmisión lograda ofrece a quien la recibe un espacio de libertad y una base que le permite abandonar el pasado para mejor reencontrarlo.” (J. Hassoun, 1996)La transmisión consistiría en poder hacer propia la herencia recibida a partir de la incorporación de las propias diferencias, las palabras e imágenes, “lo que viene de mí”, siguiendo el relato de María Inés Roqué anteriormente citado.A la directora no le alcanza la carta que el padre le deja, ni los relatos de sus amigos, ni el de su madre. Ella debe trabajar los recuerdos, componerlos de modo diferente, comprensivamente, críticamente, como sugiere Roberto Pitaluga. Y es allí donde precisa de un trabajo, de un esfuerzo de memoria que no remite a la evocación sino a la tarea de descomponer los sentidos heredados para poder de ese modo construir un nuevo sentido para lo acaecido .Se trata, en todo momento, de la necesidad de rehacer, reinterpretar la herencia recibida, aquello que nos llega. Se trata de no dejarla tal cual es, tal cual fue.El trabajo sobre lo heredado, del que nos habla el historiador, y la indagación sobre otras dimensiones que no son las puramente políticas o heroicas de la identidad de Iván, se harán presentes en este film de maneras contrastantes. Se van a ir plasmando a través de secuencias con imágenes de archivo bajo la forma de noticias, interrumpiendo un hilado de entrevistas y testimonios que articulan con la lectura de la carta. Con esta particularidad narrativa, lejos de encontrar sintonía o netas oposiciones entre los fragmentos seleccionados, se van a ir marcando los matices de la trayectoria de Iván Roqué, de su vida como docente y padre de familia y de su transformación en un líder montonero.